lunes, 20 de abril de 2009

capitulo 14

Faith.
Lima, Perú.


El avión se detiene un poco brusco en el aeropuerto Jorge Chávez, a Faith ya no le preocupa demasiado, el viaje a sido una tortura, ella va en primera clase, con langosta, caviar y champagne incluidas en el servicio, es cierto, ¿Pero, mas de veinte horas de viaje? Es demasiado para cualquiera, mientras pueda bajarse de una vez, le da lo mismo si el piloto aterriza en una calle, si fuera enfrente del hotel aún mejor para que inflaran un tobogán de emergencia y la tiraran directamente a su habitación para dormir unos tres meses mínimo.
No hay disponibles mangas de atraque, deben tomar buses desde el avión al terminal, hace un poco de frío, pero al menos no huele tan mal como decían los de producción, ni se ven bichos, todavía recuerda las Bahamas el verano pasado, cuatro semanas gritando de asco y temor, no siempre frente a las cámaras.
Ya hay reporteros esperando, como buitres, llenan el atestado aeropuerto con sus preguntas. “¡Dios, una cama, un baño!”.

- Miss Parker, Miss Parker… ¿Cómo fue el viaje? …¿Qué opina de Perú? …-.

¿Qué opina? … Casi no se ha bajado del avión ¿Qué podría opinar?.

- Its so beatifull…podría quedarme a vivir acá -.

Si como no.

Un Mercedes Benz escoltado la lleva hacia el hotel. No es un viaje placentero, tanta pobreza, tantos rostros amargos mirándolos pasar desde sus casas de cartón y barro entre colinas desnudas de vegetación.
“Welcome to Lima”.

- ¡Que interesante!, Miren esos campamentos, ¿Acaso no les parecen pintorescos? – Cada palabra del idiota del productor le suena a chiste.

“Pintorescos”, Faith se pregunta si a esa gente les parecerá también “pintoresco” vivir en casas de cartón, si les parecerá “pintoresco” sufrir el frío y la lluvia, “pintoresco” que sus hijos jueguen en el barro y no tengan que comer. No, no es nada “pintoresco”, lo único “pintoresco” es el tarado a su lado.
Como el director, que con su suave tono intelectualoide habla de la critica social como recurso artístico post modernista, de los pobres como fondo en las tomas, como motivación para sus personajes. Faith sabe que no hay que ser un genio para entender la motivación de como alguien pueda odiar a la sociedad al vivir así.

Fans en el hotel, por docenas, gritos, pancartas de “Faith i love you”, jovencitas abrazando arrugados pósters de André, su novato coprotagonista, policías de rostros poco agraciados al lado de voluptuosas promotoras disfrazadas de guerrilleras, nunca la insurgencia tuvo un aspecto tan “saludable”.

- “El hotel al fin”-.

El hall amplio, lujoso, aun adentro deben caminar rápido buscando la seguridad del ascensor, solo un poco mas, un atrio de cristal sostenido por pilares de mármol con un camino de plantas hasta las puertas plateadas, la seguridad despeja todo y prácticamente la llevan en brazos entre las hordas de periodistas supuestamente acreditados, enmarcando la escena los hermosos helechos entre las columnas, verdes y brillantes, al costado de uno de ellos una figura.
Tan familiar.
Como un sueño, un Deja Vú potente, estremecedor.
Una visión del pasado, del futuro. Una silueta del destino.
Un joven de oscura chaqueta larga, cuello subido y sombrero ancho.
Un gesto, natural y a la vez delicadamente estudiado, su índice levanta el ala del sombrero, solo un poco.
Es un solo segundo… casi una eternidad.
No ve su rostro bien. Pero sus ojos…
Esos ojos.

El tiempo se detiene, la gente que los rodea se desvanece, el Hotel se hace intangible. Solo hay una extensión de luz entre ellos y sus sombras parecen acercarse queriendo tocarse y fundirse en un abrazo, el rostro oculto por las sombras del cuello de la chaqueta se perfila difuso y a la vez exacto, enmarcando unos ojos profundamente oscuros fijos en ella con una calidez que la envuelve.
Es él.
Es ella.
Faith solo se siente deslizar, no alcanza a girar, se ve dentro del ascensor, las puertas que se cierran, el sombrero que baja a su lugar.
Esos ojos.
Sus ojos.

Un joven de chaqueta larga sale del “Regency”, enciende un cigarro y sonríe.

Esta vez no han sido kilómetros.

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