Arnold.
West L.A.
Hoy lo siguieron, varias veces trato de perderlos, pero siempre había alguien nuevo detrás de él, un policía inquisidor, esos carteros encubiertos, la mujer del puesto de revistas que claramente muestra con su acento ser una agente del bloque soviético, el tipo de las pizzas... Lo miran, lo miran con esa cara inquisitiva, hablan en susurros con gente que no esta ahí sin siquiera mover los labios, ¿Transmisores ocultos tal vez?, ¿Cuantos habrá, miles, millones… todos? Quizás, no puede creer en nadie, cualquiera puede ser el enemigo, gente sin rostro, o al menos oculto tras el de otro, corre, dobla en cada esquina imprevistamente, pero siempre hay alguien, no tendría que haber sudado tanto o quizás sus ojos desorbitados lo delatan, o algo más sutil, algo fuera de su control.
Día tras día lo siguen, boicotean sus planes, su misma existencia, arruinaron su vida escolar sin permitirle ser otro chiquillo despreocupado, arruinaron su carrera en el ejército por haber demostrado cierto grado de supuesta paranoia y stress post combate, lo enclaustraron en una “Institución”.
Arruinaron su vida.
No les permitirá hacer lo mismo con los demás.
Siguió las reglas, vivió como querían, sirvió a su patria y no logró nada.
Ahora vive escondiéndose, huyendo, temeroso… y furioso.
“Porque sabe la verdad”.
Se acercan, están sobre su pista, cada vez mas cerca, pero el también lo esta, le ha costado, sin embargo su objetivo es mas y más real, tangible, pronto sabrá donde estará… el dónde, el cómo… el cuándo.
No podrá ser aquí, ellos son muy fuertes aquí, mas ella viaja, viajara afuera a tierras salvajes, donde ellos no los alcanzaran, al menos no ha tiempo, no ha tiempo para detenerlo. ¿O sí?
No.
No esta vez.
lunes, 20 de abril de 2009
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